29/5/11

Corazón de Aguila

Cuenta una vieja historia que un hombre que caminaba por lo alto de una montaña encontrando a su paso un nido de águila abandonado que contenía un huevo, el cual lo llevó a su casa y lo puso en su corral, para ser empollado por las gallinas. Un tiempo después brota del huevo un aguilucho, que se crio con las gallinas, donde pronto aprendió a comer la misma comida que los pollos y a conducirse como estos.
Un día un naturalista que pasaba por allí, le pregunto al propietario porque razón un águila, el rey de las aves y los pájaros, tenia que permanecer encerrado en el corral con los pollos.
Como le he dado la misma comida que a los pollos, y le he enseñado a ser como un pollo, nunca ha aprendido a volar, respondió el propietario; se conduce como los pollos y por tanto no es un águila.
Sin embargo, insistió el naturalista, tiene corazón de águila, y con toda seguridad se le puede enseñar a volar.
Después de discutir un poco más, los dos hombres convinieron en averiguar si era posible que el águila volara. El naturalista le cogió en sus brazos, suavemente y le dijo “ TU PERTENECES AL CIELO NO A LA TIERRA, ABRE LAS ALAS Y VUELA”. El águila sin embargo estaba confuso: no sabía qué era y, al ver a los pollos comiendo, saltó y se reunió con ellos de nuevo.
Sin desanimarse, al día siguiente, el naturalista llevó el águila al tejado de la casa y la animó diciéndole: “ERES UNA ÁGUILA ABRE LAS ALAS Y VUELA “; pero el águila tenía miedo de su yo y del mundo desconocido y saltó otra vez en busca de la comida de los pollos.
El naturalista se levantó temprano al tercer día, saco el águila del corral y lo llevó a una montaña. Una vez allí, alzó al rey de las aves y lo animó diciéndole “ERES UNA ÁGUILA Y PERTENECES AL CIELO, AHORA ABRE LAS ALAS Y VUELA “.
El águila miro alrededor, hacía el corral y hacía arriba, al cielo. Pero siguió sin volar. Entonces el naturalista lo levantó directamente hacía el sol; el águila empezó a templar y abrió lentamente las alas y finalmente con un grito triunfante voló alejándose hacia el cielo.
Es posible que el águila recuerde todavía a los pollos con nostalgia; hasta es posible que de cuando en cuando vuelva a visitar el corral. Pero nunca vivió más vida de pollo.
Siempre fue un águila, pese a que fue mantenida y domesticada como un pollo.

“RECUERDA DIOS NOS HIZO COMO LAS AGUILAS Y NO COMO LOS POLLOS”

21/5/11

Visita y Paseo

___Ya despierta vamos a la doctora
Aquí está tu leche,
Todavía está obscuro ya que tenemos que estar a las 8:00 para tu electroencefalograma. Después nos toca irnos al colegio de donde vamos de paseo para ver las marionetas con la Tía Alicia (tía del Centro Bellavista).
Ah la Valerita también va con su curso
Ya luego de eso tranquilos a casa ___ Explica el papá para que Adolfo entienda cual es el itinerario del Día
___ Yo quiero ver las marionetas
___ pues levántate nos vamos a ir a pie
___ ¿Y la moto¿
___ No, es que te pueden dar algo para que duermas, así que no,
Tienes que portarte bien
___ Si papá
___ Ya lavarse la carita y los dientes ahora ____ Papá le ayuda Adolfo y le cepilla sus dientes.
___ Ahora a ponerse la chaqueta, cuello y nos vamos caminando,
Son recién las 7:30 así que estamos bien,
___ Está obscuro papá,
___ El Sol sale como a las 8:30
___ ¡No quiero!
___ Pero si eso no depende de ti, Adolfo
Ya caminemos por esta calle ___ Se encaminan a la consulta médica caminando por el cerro y luego por el plan de Valparaíso hasta llegar conversando y del brazo.
___ ¡ya Adolfo, es en el 2º piso!, subamos ___ Se sientas a esperar la hora mientras conversan:
___ Mira Adolfo, allá afuera está más iluminado ahora,
Ya va salir el Sol,
__ No quiero, No me gusta ___responde Adolfo en voz alta
___ Ya tranquilo, esperemos a la Dra.
___ Adolfo Gaete, pase ___ Llama la Dra.
___ Buenos días, aquí estamos ___ Adolfo, se portó muy bien, durmió la segunda mitad de la sesión así que fue una cita bien lograda que se extendió algo más pues se deseaba estuviera dormido para estudiar la incidencia epiléptica en trastornos del sueño. A la salida,
___ Bien Adolfo, te portaste muy bien.
Toma aquí están tus pastillas
Ahora compremos un quequito y nos vamos a casa,
___ Si papá, si quiero ___ Responde con entusiasmo. Se encaminan a casa y realizan compras,
___ Ya hijo llegamos
Ahora a cocinar, comer algo y después al paseo del Colegio ___ Explica el papá a Adolfo. A la hora del paseo se desplazan a la cita y se reúnen todos los niños en la placita cercana para la colación, donde se toman muchas fotos para tener recuerdos de la visita al taller de títeres.
___ Niños hemos llegado, ahora esperar a que lleguen las personas que nos van a recibir, vamos a portarse bien y divertirnos con la muestra. Artística ___ explica Tía Alicia a los niños.
___ Ya Adolfo entremos, y sin meter bulla
___ Mira papá la marioneta gigante
___ Sí, esa es las que se usaban en el Pasacalles, al que fuimos el año pasado
¿Te acuerdas¿
___ Sí, cuando bailábamos ___ El expositor les habla a todos sobre las marionetas, les describe los tipos, y luego al mostrarles la de un muñeco y se pone una cabeza gigante Isabelita se asusta y se pone a llorar por lo que las tías se reúnen alrededor de ella para consolarle y explicarle que es de mentiras. Después viene una presentación teatral, para finalizar con la muestra del carrusel de marionetas y la despedida final. Bello paseo que deja a todos muy contentos.
___ Ya tía, chao, nos llevamos a Valeria con nosotros
___Pero la mochila está en el Centro, y tiene tarea, así que tendrá que hacerla de lunes a martes ___ Explica la Tía Cecilia al papá
___ Bien tía así será entonces ___ Se despiden y se encaminan por la avenida que atraviesa los cerros junto a otros dos compañeros de curso con sus mamás. Una simpática plática hasta llegar a sus respectivas casas.
Llegada la noche;
___ Ya Adolfo toma tu comida
___ Quiero la leche
___ Te comes la comida primero, luego tu leche
___ Bueno ahora tus pastillas antes de acostarse ___ papá trabaja en el PC mientras Adolfo se duerme en el sillón, papá está algo preocupado pues sabe que su hijo está cansado, luego de un rato observa y Adolfo está convulsionando por una crisis epiléptica,
___ Puchas hijo ___ Se acerca, lo abraza y acaricia su pelo. Conciente que eso le ayuda Adolfo a recuperarse más rápido.
___ Te quiero mi pequeño
Vas a estar bien ___ Le dice, y Adolfo ya está más recuperado pero muy ido, al rato ya su papá más tranquilo le ayuda ir acostarse, lava sus dientes y le acuesta.
___ Dios mío, acepto que esta prueba es para mí, fue tu voluntad, como también que su Madre esté a tu lado, pero por favor ayúdame a que mi hijo se recupere, que mañana esté bien y como buen Sábado podamos disfrutar de un feliz fin de semana. Te lo pido por mi Adolfo. Amén.

20/5/11

Los Hermanos de Niños con Autismo

Se incluye este libro para facilitar su lectura para quienes no han podido adquirirlo.




Gracias a su autora

14/5/11

TOCANDO FONDO ...... Historia Real

Cierto día, en el Centro de Rehabilitación del Ciego, nos referíamos a las dificultades emocionales que había tenido mi esposo en aceptar la discapacidad de Lucas (que gracias a la terapia familiar y a que pudo encontrar la forma de contactarse con su hijo, lo pudimos solucionar), la psicóloga me pregunto "¿ a vos te paso algo similar?", yo me sonreí y le conteste "queres saber si toque fondo..." y le conté lo que hoy quiero compartir con ustedes...
En el año 1998, yo trabajaba en una farmacia a 30 km de la ciudad donde resido, viajaba en colectivo, estaba embarazada de mi segundo hijo, era un día muy especial y temido para mi...

Quince días atrás me habían realizado un análisis de "alfafetoproteina serica", que es útil para detectar anomalías en los bebes a partir de la sangre de la madre, lo hicimos debido al antecedente de mi primer hijo y tuvimos en cuenta, mi tiempo de gestación, ese análisis dio mal: mi segundo hijo también tenía problemas en el tubo neural, ante semejante noticia y como el análisis es dependiente del tiempo exacto del bebé, me realice una ecografía, se determino según el peso la edad probable del bebé y me volvieron a realizar los estudios y los resultados, me lo darían ese día... Yo tenia el terrible presentimiento, de que corroboraría el anterior.

Baje del colectivo y tenia que caminar unos 200 metros, hasta ese momento trataba de no pensar, pero caminando lentamente junto a una fila de pinos muy altos, mire al cielo y me enoje como creo que nunca lo había hecho, comencé a "reprocharlo" a Dios, algunas de las cosas que le dije fue:

" Cuando me enferme, nunca me escuchaste quejarme"

" Con lo de Lucas, jamás te reproche nada"

" Tenemos problemas económicos y con todos los problemas nunca deje la catequesis"

" Ahora me mandas otro hijo con problemas... ¿Qué mas querés que te demuestre?"

Curiosamente, así como empezó mi cólera, también termino, realice mi trabajo como siempre y cuando volvía a mi casa, en el colectivo, subió una señora sorda que repartía estampitas y en la estampita pude leer "Cuando Dios pone en el mundo a un Niño Especial, es porque confía en la humanidad".

Sentí como si el palazo me caía en la cabeza, comenzaron a salirme lagrimas sin parar y le dije "está bien Señor, si me das otro hijo con problemas, es porque yo puedo... nunca mas me vas a escuchar quejarme".

Llegue a casa, llame por teléfono al laboratorio y cuando le di mi nombre la respuesta en el auricular fue: "gorda, no te preocupes esta todo bien con tu bebé".

Cuando colgué el teléfono, me di cuenta que había tocado fondo con mi vida, con mis sentimientos, con la falta de fé, con mis sueños...
En ese momento , cuando tocaba fondo, fue cuando Dios me recordó que confiaba en mi y entonces volví a la superficie... volví a la maravillosa y especial vida que tenia y nunca mas volví a quejarme...

UN ABRAZO GIGANTE

ROSSANA THOMAS

13/5/11

Tú Eres Especial


Los Humiks eran gente pequeña hecha de madera. Todos estaban tallados por un artesano llamado Elí.

Su taller formaba parte de una colina con vista a la villa.

Cada “humiks” era diferente. Unos tenían grandes narices, otros grandes ojos. Algunos eran altos y otros bajitos. Algunos usaban sombreros, otros abrigos.

Pero estaban construidos por el mismo artesano y vivían en una preciosa villa.

Y todos los días, cada día, los “humiks” realizaban la misma tarea: Ellos se regalaban etiquetas unos a otros.

Cada “humiks” tenía una caja de etiquetas de estrellas doradas y una caja de etiquetas de puntos grises.

Al subir y bajar por las calles de la preciosa villa, la gente empleaba su tiempo en pegarse etiquetas de doradas estrellas o de puntos grises, unos a otros.

Los más hermosos, aquellos construidos con maderas pulidas y hermosos colores, siempre obtenían estrellas.

Pero si la madera estaba áspera o la pintura desconchada, los “humiks” pegaban etiquetas grises sobre ellas.

También los talentosos obtenían estrellas. Algunos podían levantar grandes garrotes sobre sus cabezas o saltar sobre cajas altísimas.

Aún otros sabían decir bellas palabras o podían cantar canciones hermosas.

Algunos “humiks” estaban totalmente cubiertos de estrellas. Cada vez que ellos obtenían una estrella, ¡los hacía sentirse tan bien!

Esto los impulsaba a querer hacer algo más para alcanzar otra estrella.

Sin embargo, otros, hacían cositas. Y obtenían puntos grises.

Cristóbal era uno de esos. Él trataba de saltar alto como los demás, pero siempre se caía.

Y cuando caía, los demás hacían una rueda alrededor de él y le daban puntos grises.

Algunas veces al caerse, su madera se arañaba, así que sus vecinos le daban más puntos grises.

Entonces, cuando trataba de explicar la causa de su caída, de sus labios salía alguna tontería, y los “humiks” le daban más puntos grises.

Después de un tiempo, Cristóbal tuvo tantos puntos grises feos que no quería salir a la calle. Tenía mucho miedo de hacer algo estúpido como olvidar su sombrero y caminar en el agua, y que la gente le volviera a dar otro punto. La verdad es que tenía tal cantidad de puntos grises sobre él, que cualquiera se le acercaría y le añadiría uno más hasta por gusto.

“El merece montones de puntos”, comentaban la gente de madera, de acuerdo unos con otros.

“Él no es una buena persona de madera.” Después de un tiempo, Cristóbal creyó lo que decían sus vecinos.

“Yo no soy un buen “humiks”, decía.

En poco tiempo, él salió a la calle y empezó a relacionarse con otros “humiks” que tenían un montón de puntos grises.

Él se sintió mejor alrededor de ellos.

Un día, él se encontró una “humiks” que era diferente a cualquiera de las que siempre había conocido.

No tenía ni puntos ni estrellas. Era puramente madera. Se llamaba Sofía.

Esto no se debía a que sus vecinos no trataran de pegarle sus correspondientes etiquetas; sino a que las etiquetas no se pegaban a su madera.

Algunos de los “humiks” admiraban a Sofía por no tener puntos, de modo que corrían hacia ella y le daban una estrella. Pero la etiqueta se despegaba. Otros no la tenían en cuenta al ver que ella no tenía estrellas, y le daban un punto.

Pero tanto la estrella como el punto se despegaban.

Yo quiero ser de esa manera, pensó Cristóbal.

No quiero marcas de nadie.

Así que le preguntó a Sofía, que no tenía etiquetas cómo ella había podido lograr tal cosa.

“Es muy fácil”, le contestó Sofía. “Todos los días voy a ver a Elí.”

“¿Elí?”

“Sí. Elí. El artesano. Y me siento en el taller con él.”

“¿Por qué?”

“¿Por qué no lo averiguas por ti mismo? Sube a la colina. Él está ahí.”

Y dicho esto Sofía, que no tenía etiquetas, dio la vuelta y se alejó dando saltitos.

“Pero, ¿querrá el artesano verme a mí?”, le gritó Cristóbal. Sofía no lo oyó.

Así que, Cristóbal, regresó a casa.

Se sentó cerca de una ventana y se puso a observar a la gente de madera cómo corrían de aquí para allá dándose estrellas o puntos unos a otros.

“Eso no es justo”, refunfuñó.

Y decidió ir a ver a Elí.

Él se acercó al estrecho camino que iba hacia la cima de la colina y fue en dirección al taller grande. Al entrar allí, sus ojos de madera se abrieron desmesuradamente ante las cosas que veía.

El escritorio era tan alto como él mismo. Tuvo que estirarse sobre la punta de sus pies para mirar la altura de la mesa de trabajo.

Un martillo era tan largo como su brazo. Cristóbal tragó saliva.

“¡No voy a quedarme aquí!”, y se dio vuelta para salir.

Entonces oyó su nombre.

“¿Cristóbal?” La voz era fuerte y profunda.

Cristóbal se detuvo.

“¡Cristóbal! ¡Que bueno que has venido! Ven y déjame mirarte.” Cristóbal se volvió lentamente y vio la gran barba del artesano.

“¿Tú sabes mi nombre?”, preguntó el pequeño humiks.

“Por supuesto que lo sé. Yo te hice a ti.”

Elí se inclinó, recogió del suelo a Cristóbal y lo colocó sobre la mesa de trabajo. “Hum,” dijo el artesano pensativamente mientras miraba los puntos grises.

“Parece que has recibido marcas malas.”

“No significan eso, de verdad, yo me esforcé mucho por no recibirlas, Elí.”

“Oh, no tienes que defender tus acciones ante mí, muchacho. Yo no me preocupo por lo que los demás humiks piensan.” “¿No te importa?” “No, y tú no deberías hacerlo tampoco. Quiénes son ellos para dar estrellas o puntos? Son humiks exactamente como tú. Lo que ellos piensan no importa, Cristóbal. Lo único importante es lo que yo pienso.

Y yo pienso que tú eres muy especial.”

Cristóbal sonrió “¿Especial, yo? ¿Por qué?

No puedo caminar aprisa. No puedo saltar. Mi pintura está desconchada. ¿Por qué soy importante para ti?”

Elí contempló a Cristóbal, puso sus manos sobre aquellas espalditas de madera, y habló muy lentamente. “Porque tú eres mío. Esa es la razón de que seas importante para mí.”

Cristóbal nunca había tenido a alguien que lo viera de esa forma – mucho menos su creador. No sabía que responder.

“Cada día he estado esperando que tú vinieras,” explicó Elí. “Vine porque me encontré con alguien que no tenía marcas,” dijo Cristóbal

“Lo sé. Ella me habló de ti.” “Por qué las etiquetas no se pegan sobre ella?”

El artesano habló suavemente. “Porque ella decidió que lo que Yo pienso es más importante que lo que ellos piensan. Las etiquetas únicamente se pegan si tú permites que lo hagan.” -- “¿Qué?”

“Las etiquetas sólo se pegan si son importantes para ti. Lo más importante es que confíes en mi amor, y dejes de preocuparte por sus etiquetas.”

“No estoy seguro de haber comprendido.”

Elí sonrió. “Lo vas a intentar, pero esto tomará su tiempo. Tienes demasiadas marcas. Por ahora, sólo ven a verme todos los días y déjame recordarte cuánto te amo.”

Elí levantó a Cristóbal de la mesa y lo puso sobre el piso.

Y cuando el “humiks” salía por la puerta, le dijo:

“Recuerda, tú eres especial porque yo te hice, y yo no cometo errores.”

Cristóbal no se detuvo, pero en su corazón pensaba: Eso explica por qué soy especial ante sus ojos.

Y al comprenderlo al fin, un feo punto gris cayó sobre la tierra.


Max Lucado

11/5/11